martes, 12 de julio de 2011

Marginalia



Las personas que leen pueden dividirse en dos grupos: las que subrayan y anotan los libros y las que no.
Escribir en un libro puede ser considerado una profanación de un recinto sagrado, un atentado contra el orden de cualquier obsesión por lo impoluto, un ejercicio de narcisismo y egolatría. O puede verse como un diálogo, como una ruptura de fronteras tiempo-espacio en la unidad del texto, como una nueva creación, porque, qué ha sido la historia de nuestra cultura sino un dialogar histórico entre autores; los libros de las grandes personalidades de filosofía, ciencia, literatura, no son sino las anotaciones a las obras de otros autores anteriores, anotaciones que bien subrayan las ideas leídas y las elevan, bien comentan el acierto y añaden información complementaria que amplia la erudición, bien corrigen algunos aspectos que creen erróneos, o bien niegan totalmente su validez.
En el siguiente texto encontraréis argumentos de defensores y detractores de esta práctica, junto a otros datos muy ilustradores y entretenidos.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Thank you. This works like a dream!