Si bien es cierto que, con anterioridad, habían aparecido casos de escritoras en otras épocas de la literatura española, no lo es menos que dichos casos resultaron ser aislados (Santa Teresa de Jesús en el siglo XVI, Josefa Amar y Borbón y Beatriz de Cienfuegos en el siglo XVIII, entre algunas otras). Sin embargo, durante la primera mitad del siglo XIX -sobre todo a partir de los años 40-los casos de mujeres escritoras dejan de ser anecdóticos, produciéndose una auténtica eclosión de obras literarias escritas por mujeres.
Es pues, el elevado número de escritoras que aparecen en este momento histórico, lo que otorga cierta relevancia a este movimiento literario en lo que al papel de la mujer en nuestra literatura se refiere y lo que, en última instancia, nos ha llevado a elegir el Romanticismo entre todos los movimientos de nuestra historia literaria para realizar este trabajo.
Este hecho, no fue, sin embargo, recibido en su tiempo como algo positivo y esperanzador por la sociedad española que, a pesar de vivir en un momento de apertura paulatina a posiciones más liberales, niega todavía a las mujeres la incorporación a la vida pública y a los puestos reservados desde antiguo a los hombres. Así, son muchos los compañeros que las critican o se burlan, aunque también es verdad que hubo otros, como Espronceda, que no dudaron en apoyarlas y aplaudirlas.
Algunas de las más representativas son:
CASILDA CAÑAS DE CERVANTES, quien se anticipa a las demás con su novela histórica La española misteriosa (1833).




Otras escritoras que cabría mencionar aquí, y en las que no podemos profundizar por falta de espacio, son: Ángela Grassi, Robustiana Armiño de Cuesta, Vicenta García Miranda y Carolina Coronado.
La gran mayoría de ellas tienen en común una serie de puntos como el autodidactismo, la defensa del derecho de la mujer a la educación (si bien con distintos grados), cierto conservadurismo en lo que al papel de madre y esposa y la religión se refiere, un sentimiento de hermandad y amistad entre ellas y la inclusión de ciertas innovaciones en los tópicos utilizados y el lenguaje literario.
Así, una vez vista la importancia tanto literaria como social de estas mujeres que supusieron un auténtico avance para la inclusión de la mujer en un mundo tan masculino –hasta el momento- como el de la Literatura, resulta cuanto menos curioso –sería mejor decir preocupante- que en los libros de texto escolares de Lengua castellana y Literatura, solo aparezca mencionada normalmente Fernán Caballero así como en muchas obras de consulta de historia literaria de nivel universitario o en las mismas clases universitarias dedicadas al estudio de este periodo.
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