martes, 15 de abril de 2008

TEXTOS ARGUMENTATIVOS

Un tipo de texto argumentativo en los medios de comunicación es, como ya sabéis, EL EDITORIAL, que refleja la opinión del medio ante un hecho de actualidad o de interés general.
Así, según la línea ideológica de éste, se adoptará un determinado punto de vista, que puede enfrentarse, como es lógico, a otros adoptados por otros medios de ideologías contrarias.

Buscar dos ejemplos de editoriales de dos periódicos españoles diferentes ante un mismo tema, compararlos y comentar esas diferencias, apuntando las razones de éstas, es el trabajo que tenéis que realizar para entregarme el lunes.

Aquí os dejo un ejemplo:

Son los editoriales de ABC y El País de estos últimos días. Comentan la formación del nuevo Gobierno de Zapatero. Creo que la simple lectura evidencia el diferente enfoque, la simpatía o antipatía por el Presidente del Gobierno, el apoyo y la crítica. Por ejemplo, fijaos en lo concerniente a la creación del Ministerio de Igualdad: mientras que unos alaban lo novedoso de éste, los otros lo consideran un error y un acto más de partidismo de Zapatero.

Espero que os sirvan para hacer bien vuestro trabajo.





EDITORIAL
Por sus obras
El nuevo Gobierno refleja el estilo y valores de su presidente; pero será juzgado por su eficacia
13/04/2008


Al presidente Zapatero no le falta audacia. Su nuevo Gobierno bate récords: paridad reforzada, con más ministras que ministros, primera mujer al frente de Defensa, un ministerio específicamente dedicado a la Igualdad encabezado por la ministra más joven de la historia de España... Todo ello es significativo en sí mismo, muy del gusto de un presidente que adora enviar señales al auditorio. Pero la valoración definitiva de la apuesta dependerá del acierto de los elegidos en la gestión de sus departamentos.
Porque si bien, como dijo Zapatero, es importante predicar con el ejemplo, y él lo ha hecho de entrada, queda lo principal: que los hechos avalen la idoneidad de la elección en función de las prioridades de la legislatura. La primera es la economía. Sigue Solbes, reforzado políticamente y ante la ciudadanía tras su debate con Manuel Pizarro. Tendrá que hacer frente a los efectos de la crisis, como en parte ya lo hizo en los noventa con Felipe González. Pero se incorpora Miguel Sebastián, un número dos vocacional que ahora pasa a primer plano como nuevo hombre fuerte del Ejecutivo. En él, reforzado por dos ministras de su confianza, Cristina Garmendia (Ciencia e Innovación) y Beatriz Corredor (Vivienda), ha depositado Zapatero la responsabilidad de hacer compatibles las medidas anticrisis con el impulso de un nuevo modelo de crecimiento con más valor añadido y basado en el conocimiento. Eso explicaría la sorprendente segregación de Universidades de Educación: capital humano y capital tecnológico en un departamento nuevo al frente del cual sitúa a una científica dedicada a la empresa.
Las otras prioridades de Zapatero, según sus palabras de ayer, son las políticas medioambientales, que se incorporan al departamento de Agricultura, en el que sigue Elena Espinosa, y las de igualdad entre hombres y mujeres, para el que se crea un ministerio que proyectará su actividad en temas como el empleo y la aplicación de las leyes de igualdad y contra la violencia machista.
El presidente tuvo interés en exhibir como prueba de su preocupación en este asunto su decisión de reforzar la paridad de su Gobierno. En esa dirección, el nombramiento más llamativo es el de Chacón en Defensa. Se trata de que se considere normal algo que ya lo es en otros países, vino a decir Zapatero. La apuesta es muy arriesgada, probablemente la más aventurada del nuevo gabinete, dada la escasísima experiencia de gestión de Chacón. Sólo el tiempo dirá si ha sido acertada.
A cambio, la continuidad prima en el núcleo duro del Gobierno, con Fernández de la Vega, Solbes, Moratinos y Rubalcaba en sus puestos. La salida de Caldera, responsable del programa electoral y con un buen desempeño como ministro, sí supone una sorpresa considerable. Alfredo Pérez Rubalcaba ha aceptado seguir en Interior tras una gran presión por parte de Zapatero. El tiempo que esté en el cargo, por tanto, es una duda. Bermejo (Justicia) y Álvarez (Fomento) siguen, pese al fuerte desgaste de ambos.
Zapatero no dijo nada de la política de comunicación, uno de los puntos débiles de su Gobierno estos años. Fernández de la Vega, eficaz en otras responsabilidades, no lo es tanto en ésa. Y la presencia mediática de José Blanco en nombre del partido socialista no remedia el problema. En cualquier caso, el Gobierno nace con un horizonte de renovación en 2010, año marcado por la presidencia española de la Unión Europea. Zapatero también calcula que para entonces lo peor de la crisis económica habrá pasado. La idea de esperar a esa fecha para renovar a fondo las estructuras del Gobierno y conformar un Ejecutivo acorde con las necesidades del siglo XXI conlleva un doble peligro: dos años es poco tiempo para actuar, pero toda una eternidad para esperar.



Disfunciones ministeriales
LA primera impresión que produce la lectura de las competencias de algunos departamentos ministeriales, publicadas ayer en el BOE, es que Fernández de la Vega va a tener que emplearse a fondo para coordinar la agenda de un equipo muy fragmentado y evitar los solapamientos entre ministerios. Si estos problemas son habituales en todo ejecutivo, se agravan cuando se crean departamentos cuya razón de ser no es otra que el mero voluntarismo del presidente, o cuando se les dota de competencias a costa de mutilar a otros ministerios, con el consiguiente perjuicio de propiciar políticas viciadas de origen y desarreglos internos. El Ministerio de Igualdad es un paradigma de todos los errores que se pueden cometer cuando se concibe el gobierno de la Nación como un banco de pruebas para experimentos partidistas. Este departamento es, simplemente, innecesario. Existe porque Zapatero quiere, no porque las competencias del Estado lo requieran o porque exista una necesidad imperiosa de organizar de forma específica determinadas funciones administrativas. El nuevo ministerio que dirige Bibiana Aído representa esa manera de hacer política basada en la preferencia por los prejuicios ideológicos frente a los intereses generales. La igualdad, como la libertad, es un principio común a toda acción de gobierno y no sólo debe enfocarse desde la perspectiva de la situación de la mujer, sino de la ausencia de discriminaciones injustas en todos los ámbitos de la sociedad y de las administraciones públicas. La lucha contra la violencia de género compete a los ministerios de Justicia e Interior, e incluso cabría dar entrada al renombrado Ministerio de Educación, Política Social y Deporte, al que se le encargan «las políticas de cohesión e inclusión social», las cuales, por cierto, igualmente importan para la política de inmigración. ¿Acaso la igualdad no influye en la cohesión e inclusión de los ciudadanos? En similares términos se puede criticar la competencia sobre políticas de «igualdad de trato y oportunidades», objetivo que debería ser prioritario en la educación y el trabajo. Zapatero siempre se ha definido como feminista, y lo que ha hecho es satisfacer el concepto que tiene de sí mismo creando un ministerio que sobrevivirá en la medida en que la propaganda oficial lo permita y, para esto, es muy probable que sus iniciativas políticas y legislativas se nutran de retales de otros departamentos, entre en conflicto con los directamente implicados y colisione con las competencias transferidas a las comunidades autónomas.
También resulta discutible el Ministerio de Ciencia e Innovación, cuyo contenido procede básicamente del Ministerio de Educación, al que se le ha privado de las competencias sobre universidades. El mensaje político de unir formación universitaria y desarrollo investigador y tecnológico es formalmente correcto, alimentado, sobre todo, por esa taumatúrgica «Declaración de Bolonia» sobre los estudios superiores académicos, pero más razonable habría sido mantener todo lo relativo a las políticas educativas en un único departamento, como lo prueba el hecho de que el anterior departamento aprobó las reformas de los estudios en todos sus niveles, desde educación infantil a las nuevas titulaciones universitarias. El resultado fue negativo, pero al menos existía una visión de conjunto que ahora se pierde y sin garantías de que sea para mejorar. La homogeneidad de los equipos ministeriales siempre es una buena condición para agilizar la acción de gobierno y no perder el tiempo en discusiones internas sobre coordinación o disputas competenciales. Zapatero ha diseñado un Ejecutivo coherente con sus discursos de campaña, pero no lo es con las necesidades políticas del momento ni con un elemental sentido de la austeridad en el gasto -¿qué costes añadidos tendrán los nuevos ministerios?- y de la prudencia en el ejercicio de la discrecionalidad que se reconoce al presidente del Gobierno en la organización de su equipo. Dijo José Blanco que el nuevo gobierno «es Zapatero en estado puro» y quizás esto sea lo más preocupante.

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